‘Es oficial: tu hijo o hija tiene autismo’. Esto es algo a lo que muchos padres se han tenido que enfrentar, y muchos de ellos califican la noticia como ‘abrumadora’, y es completamente normal. Enfrentarse al diagnóstico de autismo de un hijo desencadena una montaña rusa emocional para los padres. El estrés, a menudo, se convierte en una constante, manifestándose de diversas formas. La incertidumbre sobre el futuro de sus hijos, los desafíos en la comunicación y la interacción social, así como las presiones diarias, contribuyen a esta carga emocional.
Factores de estrés
Algunos factores que contribuyen al estrés en padres de niños con autismo pueden ser la falta de comprensión y apoyo social, junto con las exigencias adicionales asociadas con el cuidado de un niño con necesidades especiales. La presión para satisfacer las necesidades educativas y terapéuticas, a menudo, abruma a los padres, generando ansiedad y tensión.
Impacto en el Bienestar
El estrés continuo puede tener consecuencias significativas en la salud mental y física de los padres. La fatiga, la ansiedad y la depresión son respuestas comunes y lícitas. Además, el desgaste emocional puede afectar las dinámicas familiares y la calidad de vida en general.
¿Por qué algunos padres experimentan más estrés?
¿Es el tipo de autismo de sus hijos, las circunstancias familiares o sus propias características? Según un grupo de investigadores, la respuesta es: todo lo anterior. Estudiaron a 283 mujeres canadienses cuando a sus hijos se les diagnosticó Trastorno del Espectro Autista (TEA), así como dos años después.
En el momento del diagnóstico, las madres de niños con comportamientos más desafiantes experimentaban más estrés. Sin embargo, con el tiempo, aquellas con estrategias específicas de afrontamiento tenían menos estrés. Las madres que buscaban ayuda, resolvían problemas y encontraban significado en sus experiencias enfrentaban mejor las dificultades de la crianza. Aquellas que evitaban sus problemas y emociones.
Por lo que, las madres con un sólido sistema de apoyo experimentaban menos estrés que aquellas cuyas redes de apoyo eran disfuncionales.
Consejos para Lidiar con el Estrés
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- Buscar apoyo comunitario: La conexión con otros padres que enfrentan desafíos similares puede brindar un sentido de comunidad y comprensión. Grupos de apoyo y comunidades en línea son recursos valiosos.
- Cuidado personal: Los padres necesitan tiempo para recargar energías. Dedicar momentos para el autocuidado, ya sea a través de actividades relajantes, ejercicio o tiempo a solas, es esencial.
- Educación continua: Entender mejor el autismo y sus desafíos puede ayudar a los padres a sentirse más capacitados y preparados para ayudar a sus hijos.
- Comunicación abierta: Establecer canales abiertos de comunicación con los profesionales que trabajan con sus hijos. Una colaboración efectiva puede aliviar algunas de las tensiones asociadas con el tratamiento y la educación.
- Ajustar expectativas: Aceptar que cada niño es único y progresará a su propio ritmo puede reducir la presión autoimpuesta. Celebrar los logros, por pequeños que sean, contribuye a un enfoque más positivo.
- Tiempo familiar de calidad: A pesar de las cosas del día a día, encontrar tiempo para actividades familiares placenteras fortalece los vínculos y crea momentos de alegría.
En conclusión, el estrés en padres de niños con autismo es una realidad, pero también hay estrategias efectivas para enfrentarlo. A través del apoyo mutuo, la comprensión de las necesidades y el cuidado personal, estos padres pueden no solo sobrellevar las dificultades, sino también experimentar la alegría y el amor que sus hijos con autismo aportan a sus vidas.
- Zaidman-Zait A, Mirenda P, Duku E, et al. Impact of personal and social resources on parenting stress in mothers of children with autism spectrum disorder. Autism. 2017;21(2):155-166. Abstract.
- Palma Cinquemani, M. G., Martín Abad, A. de N., Campos García, R., & Nieto Vizcaíno, C. (2021) Estrés parental en madres y padres de niños con TEA: determinantes asociados a las características del niño (pp. 15-21).
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